A finales del siglo XIX y principios del siglo XX se construyeron obras espectaculares. Si bien algunas de estas obras de más de 100 años de antigüedad fueron construidas con piedra, hoy gracias a la tecnología, con el hormigón armado de alta resistencia se pueden construir con materiales similares en resistencia a compresión, pero con mejor comportamiento a flexión. Ahora, si añadimos el elemento estético tenemos como resultado el hormigón blanco armado de alta resistencia.
Esta característica del hormigón blanco nos permite restaurar casas que se construyeron entre los años 10 y 20, rescatando esas ruinas románticas rodeadas de tanta historia y personalidad. De hecho, agregar volumen con concreto blanco complementa la estructura, llevando el diseño a una interpretación contemporánea de vanguardia.
Así es, el hormigón blanco es muy resistente. Con este hormigón técnico se pueden construir estructuras con un acabado arquitectónico impresionante. De hecho, ese es su punto fuerte: ofrece un acabado estético sin igual.
Su alto rendimiento mecánico (resistencia y durabilidad), junto a sus cualidades estéticas (color, acabado, textura, relieves, brillo), lo que lo convierte en el producto perfecto para realizar todo tipo de proyectos de construcción, como viviendas de menor escala, y también para realizar obras en las que se desee resaltar pequeños detalles, dando a cada proyecto un carácter exclusivo.
Para su producción se utiliza una base de áridos claros, aditivos, cemento blanco y agua. Este hormigón es dosificado y amasado en planta y reúne los requisitos esperados de resistencia y trabajabilidad, pero es su color blanco el detalle más llamativo.
Aunque su composición es similar a la de los hormigones comunes, este tipo de hormigón posee áridos blancos que le dan esa blancura impecable a su terminación, lo que aporta gran luminosidad. Este es el caso del aparcamiento subterráneo diseñado por el reconocido arquitecto Santiago Calatrava. Esta obra ejecutada en hormigón blanco aporta gran luminosidad, lo que es un detalle innovador en la construcción de este tipo de estructuras.
Con el hormigón blanco se puede aplicar cualquier color, ya que tiene una alta capacidad de pigmentación. Del mismo modo, permite la libertad total de aplicar una gran variedad de terminaciones en la superficie: texturas y relieves sin la necesidad de recurrir a un recubrimiento o color adicional o pintura.
Por otro lado, actúa como una pantalla reflectante al ser un material con alto brillo. Esto lo hace muy apropiado para mejorar el rendimiento energético de los edificios.
La elección cuidadosa de los materiales y el estricto proceso de producción del concreto blanco, que se lleva a cabo en plantas especializadas, aseguran que el hormigón blanco conserve su blancura, lo que aumenta la luminosidad del elemento, así como la homogeneidad y consistencia de la mezcla para garantizar una instalación correcta.
Todas estas características hacen del hormigón blanco un producto duradero, que además alarga la vida útil de las estructuras. Asimismo, supone un ahorro de materiales de acabado, requisitos mínimos de iluminación, se comporta muy bien a temperaturas variantes y su mantenimiento es mínimo.
El hormigón blanco es algo así como “la joya de la Corona”. Si bien el color blanco simboliza pureza y perfección, este color ha dominado en las edificaciones de todo el mundo. Este color ofrece muchas ventajas, entre ellas el calor y la luminosidad que proporciona.
Gracias a su blancura se emplea en el hormigón prefabricado y en edificios conocidos como "hormigón visto". Esto quiere decir que el hormigón está al desnudo, sin revestimiento acabado.
Por otro lado, el color blanco es el tono más elegido por los diseñadores, ingenieros, arquitectos y amantes del minimalismo. Este color favorece las líneas y los volúmenes abstractos.
¿Por qué hormigón blanco? Aunque su ejecución es difícil, el resultado final es extraordinario. Los que saben de construcción lo prefieren porque este material permite construir tanto fachadas como estructuras vistas, pero con la ventaja de que no requiere de revestimiento adicional, haciendo posible convertir fachadas ordinarias en obras de arte.